Barcelona es una ciudad pequeña de poco más de 1,6 millones de habitantes, pero sin embargo es uno de los principales destinos turísticos del mundo, recibiendo cada año más de 12 millones de turistas, y encima todos se concentran en una pequeña área de la
ciudad.
Si has estado en Barcelona alguna vez y has ido a La Rambla, a la Sagrada Família o al Park Güell, sabes de qué estoy hablando. Son espacios saturados de turistas.
El turismo trae riqueza a la ciudad, sin duda, pero también provoca un impacto negativo en el entorno.
Por eso los ciudadanos de Barcelona han empezado a exigir que se controle este fenómeno, y el ayuntamiento ha empezado a tomar decisiones drásticas.
Pero antes de todo vamos a ver un poco de historia.
En 2007, dos amigos que compartían un apartamento en San Francisco, estaban pasando dificultades para poder pagar el alquiler, así que decidieron poner un colchón de aire en un cuarto vacío para hospedar, a cambio de dinero, a turistas y visitantes que pasaban por la ciudad. Acababa de nacer la idea de lo que terminaría siendo Airbnb.
Muchos de los propietarios de viviendas de Barcelona, pensaron que era una buena idea alquilar sus casas a turistas por periodos cortos a través de Airbnb… pero como ocurre siempre, pronto aparecieron los abusos.
Los propietarios de casas empezaron a ver que el alquiler a turistas era más lucrativo que un alquiler normal, así que destinaron grandes cantidades de viviendas únicamente a alquiler turístico, tratando de maximizar el beneficio sin dar calidad alguna, hacinando
turistas de baja calidad en pisos, lo que causaba molestias a los vecinos.
Y ya sé lo que estarás pensando, qué significa esto de “turistas de mala calidad”. Pues nos referimos a esto:
turistas, por lo general jóvenes, que viajan en grupo a algún lugar con el objetivo de divertirse de noche, y sobre todo de emborracharse.
No nos engañemos, todos hemos sido alguna vez turistas de baja calidad.
El hecho es que estas hordas de jóvenes borrachos empezaron a provocar molestias en los vecinos.
Estos vecinos no se quedaron de brazos cruzados y se manifestaron pidiendo una regulación.
Paralelamente los precios de los alquileres empezaron a subir en Barcelona, y en todo el mundo. Muchos culparon
de ello a Airbnb, decían que la subida de los precios de los alquileres en las grandes ciudades era porque se había reducido la oferta de viviendas disponibles para vivir permanentemente porque se habían destinado al alquiler turístico.
Inicialmente el ayuntamiento de Barcelona exigió que, para poder alquilar una vivienda en Barcelona por períodos inferiores a un mes, se requería una licencia especial. Y se concedieron hasta 5.000 licencias en poco tiempo.
Muy bien, podríais decir, si quieres utilizar tu vivienda para alquilar a turistas, obtienes esa licencia y te pones a alquilar tu casa a turistas y a ganar dinero como si no hubiera un mañana.
Pues va a ser que no. El ayuntamiento de Barcelona, en abril de 2014, por sorpresa paralizó completamente la concesión de licencias turísticas. Desde entonces es prácticamente imposible obtener una nueva licencia en las zonas más céntricas de la ciudad.
El ayuntamiento elaboró un plan en el que delimitó 3 grandes áreas:
Una primera área de decrecimiento turístico, que engloba todo lo que es la ciudad vieja, la playa y el Eixample, en la que no solo no se conceden licencias nuevas, sino que se busca un decrecimiento, es decir, cada licencia que se pierda, por el motivo que sea, no
será renovada.
Luego hay una segunda área de mantenimiento, que sería la zona menos céntrica, en la que solo se concede una
licencia si previamente se ha cancelado otra licencia dentro esa área.
Y finalmente hay un área de crecimiento del turismo, que afecta a las zonas más periféricas, donde sí que conceden licencias nuevas. Claro que en estas zonas los turistas no están precisamente muy interesados a ir.
Y no terminó todo ahí, sino que el Ayuntamiento de Barceloan inició una campaña para detectar los pisos que se alquilaban sin licencia.
Por ejemplo, mandaron una carta a todas las casas de Barcelona, pidiendo que a los vecinos denunciaran si sospechaban que alguien estaba haciendo alquiler turístico sin licencia. Y cuando pillaban a alguien haciendo alquileres de este tipo, le imponían multas de 6.000€.
Por eso, si tienes una vivienda en Barcelona, ni se te ocurra alquilarla por periodos inferiores a un mes sin licencia. El ayuntamiento tiene un equipo de inspectores trabajando a tiempo completo para detectarlo, y los vecinos saben que deben denunciar a los infractores.
Esta decisión de no conceder más licencias, perjudicó a mucha gente que vivía del alquiler turístico, u obtenía unos ingresos extra y no le había dado tiempo de obtener una licencia antes de que paralizaran las concesiones.
Pero por otro lado, también supuso un beneficio para aquellos que sí habían obtenido la licencia, ya que podían seguir alquilando a turistas, y encima les habían quitado la competencia.
Inicialmente las licencias se podían vender, llegando a costar hasta 70.000€, pero eso también se prohibió.
El ayuntamiento decidió que el único modo de adquirir una licencia turística, era comprando una vivienda que la disponía de ella.
Posteriormente han sacado una normativa por la que nisiquiera se puede transmitir la licencia, es decir, que si una vivienda con
licencia se vende, el comprador no podrá poner esa licencia a su nombre y ésta se perderá para siempre.
De todos modos, si estás pensando en comprar una vivienda con licencia turística, debes saber que esta modalidad tiene unas pocas ventajas y muchos inconvenientes. Entre los inconvenientes, hay los siguientes:
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Excesiva dependencia de pocos proveedores como Airbnb y Booking. Si hay algún problema y estas plataformas deciden retirarte el anuncio, o cancelar unilateralmente tus reservas pierdes todo tu negocio. Y eso ocurre más a menudo de lo que piensas.
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Gran desgaste del piso, lo que significa más gasto en mantenimiento. No es lo mismo que en un año tu casa la utilice una persona, que 50.
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Gastos descontrolados de suministros. Es muy difícil controlar el uso que hacen los inquilinos de los suministros. No sabes si van a poner el aire acondicionado todo el día o incluso con la ventanas abiertas, no sabes si van a tomar duchas de una hora, si se van a dejar las luces encendidas…
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Gastos de gestión. Vas a tener que contratar una empresa que gestione los alquileres. O bien si lo haces tú mismo, vas a tener que dedicar mucho tiempo y esfuerzo a gestionarlo.
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Problemas con los vecinos. Si tus inquilinos provocan molestias a los vecinos, estos pueden hacer una queja al ayuntamiento, y este estará encantado de quitarte la licencia.
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Ingresos irregulares, ya que puede haber una crisis, una pandemia, un atentado terrorista, mal tiempo… o cualquier otro evento del que no tienes ninguna culpa, y eso va a afectar a tus ingresos.
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Mayor riesgo de robo. A no ser que instales algún sistema sofisticado de acceso, debes tener en cuenta que muchas personas van a tener acceso a tus llaves, así que se pueden perder, se puede hacer copias… y eso conlleva más inseguridad.
La parte buena es que se gana más dinero que con un alquiler normal. Los estudios que existen, dicen que es alrededor de un 30% más.
También tienes mayor disponibilidad de tu casa. Si algún día la quieres utilizar tú, no tienes que espera que termine un alquiler normal de 5 años (u 8 con la nueva ley).
Por lo general, podemos decir que hoy en día, quien compra viviendas con licencia en Barcelona, suelen ser profesionales que conocen el mercado, o personas que se dedican exclusivamente a este tipo de negocio.